Río Suquia Paseos Educativos te invita a conocer la Reserva:

El presente trabajo es fruto de una larga tarea de búsqueda, recopilación y selección de los artículos temáticos más relevantes sobre el Cerro Colorado y las pinturas rupestres en general. Asimismo, he privilegiado aquellos que son de una lectura clara y didáctica.
Tengo como objetivo que este trabajo sirva como referencia para conocer más a fondo esta Reserva Cultural Natural ubicada en la Provincia de Córdoba (Argentina), además de servir de material de apoyo a los estudiantes que la visitan año a año.
Durante 28 años de actividad como profesional en turismo he tenido la dicha de acompañar y guiar a centenares de alumnos por esta reserva, y un fuerte lazo de cariño se ha formado con esta tierra. Que sea entonces este blog una forma respetuosa de agradecer y valorar al cerro y su gente.
Eduardo Marconetto

Pinturas Indígenas de Cerro Colorado



Dr. Alberto Rex González

(Artículo publicado en Revista Gacetika, en mayo de 1963)

“... Las figuras publicadas hasta ahora, que adornan los abrigos y oquedades del Cerro Colorado y sus vecinos pueden clasificarse de acuerdo a su aspecto formal en Objetos Naturales, que constituyen aproximadamente el 70 % del total. De éstos hay una proporción más o menos igual de figuras humanas y de mamíferos (80%). Son raros en cambio los pájaros (2%). El resto son figuras de insectos o reptiles.

A las figuras naturales siguen las de carácter geométrico (14% del total) y otras no identificadas ni reconocidas (16 %).


Los indígenas sobresalen entre las figuras humanas. Muy convencionales, a menudo carecen de cabeza y solo dos cortos trazos indican los brazos y las piernas. En cambio están adornados con vistosos apéndices sobre las espaldas y la parte superior. Configuran completos y vistosos adornos de plumas. Son representaciones de guerreros armados con arcos y flechas, componiendo múltiples figuras en actitud de enfrentarse.

Es muy posible que representen escenas reales de las incontables guerras entre indígenas, de las que hablan los cronistas españoles a los que impresionó la disciplina y la táctica sorpresiva de sus ataques, que a veces lanzaban de noche, llevando “lumbre muy escondido”, al decir de un testigo de la época.

Las restantes figuras humanas representan a españoles armados de lanzas y espadas, protegidos por armaduras. Los artistas indios dibujaron con exacto realismo algunos atributos de los conquistadores: adornos en las monturas o detalles de la celada. Es notable que, en tanto que las representaciones de los guerreros indios son esquemáticas y convencionales, las figuras de los conquistadores hispanos tienen un carácter más realista.

Posiblemente esto se deba a que una larga tradición pictórica llevó a los artistas indios a establecer normas determinadas y aceptadas como representación de la figura humana; en otras palabras lo que podría llamarse “estilo pictográfico de Cerro Colorado”.


Frente a figuras diferentes como las de los españoles y sus extraños animales domésticos, que por primera vez veían los ojos asombrados de los aborígenes, éstos trataron de dibujarlos de la manera más real que sus recursos técnicos les permitiese.

Gran parte de las figuras de animales autóctonos, en cambio, tienen un carácter bastante naturalista, siendo fácilmente reconocible el modelo. Llamas y guanacos se destacan por sus largos cuellos y los ciervos por su intrincada cornamenta. Más estilizados son los diseños de reptiles, saurios y serpientes.

Los artistas de Cerro Colorado no conocieron las técnicas que les hubieran permitido dar relieve a las figuras, combinando matices o juegos de luces. Tampoco parecen haber usado la perspectiva.

Sí usaron, en cambio el recurso de componer una imagen sin dibujar el contorno, formándola con simples series de puntos. Recurso que bajo otros aspectos apareció muy tardíamente en el arte civilizado del mundo occidental.

Hay excelentes ejemplos de felinos y cóndores ejecutados con el recurso del puntillismo, realizado al parecer por untado directo del dedo en la materia colorante. Otras imágenes parecen haber sido diseñadas con una especie de pincel.


Blanco, rojo y negro fueron los colores más usados.

El primero era óxido o sulfato de calcio, aunque se ignora de dónde lo obtenían; posiblemente fuera proveniente de huesos pulverizados. El negro era material mineral, pirolusita. El rojo es ocre del que disponían en cantidad en las serranías.

Convenientemente pulverizadas, todas estas sustancias se mezclaban con grasa y se aplicaban directamente sobre la pared. En muchos casos, al parecer, se repitió varias veces la operación.

Las escenas de conjunto, detalle que no siempre se encuentra en el arte rupestre, en Cerro Colorado parece ser un rasgo dominante. Excepcional en la Patagonia, fue hallado por primera vez en el Río Pintura, por una expedición del Museo de La Plata.


¿Qué significado tenían las pictografías para sus autores?

En este punto debemos empezar por confesar nuestros escasos conocimientos. Es una cuestión difícil de resolver y hay pocas probabilidades de que en este sentido se avance mucho en el futuro.

En primer lugar, lo que designamos bajo el nombre de “pueblos primitivos” no es sino una cómoda generalización de valor puramente verbal. En esta definición entran infinidad de culturas, con creencias, cultura, lenguaje y tecnologías netamente diferenciadas entre sí.

Tal como en materia de lenguaje encontramos miles de ejemplos distintos, ininteligibles entre los distintos pueblos, aún vecinos, debemos también suponer que la forma y el sentido de las representaciones gráficas creadas por estos pueblos, variaron enormemente en usos y significados. De ahí que son pocas las generalizaciones que en materia de interpretaciones pueden hacerse. Si dejamos correr la imaginación terminaremos por saber, probablemente, más que los propios indígenas autores de las pinturas rupestres.


Un autor ve en los frescos de la región del Cerro Colorado, representaciones del mapa celeste cordobés en determinada época del año, con exacta ubicación de determinadas constelaciones. Esta divagación carece de base. El grado de desarrollo cultural en materia astronómica, de los indígenas de la serranía, merced a esta interpretación, colocaría a este pueblo por encima de los mayas, que sabemos alcanzó un extraordinario adelanto en este sentido, como por ejemplo el cálculo exacto de los ciclos de Venus.

Se ha querido también encontrar en estas pinturas rupestres, vestigios de escritura rúnica, es decir la escritura de los antiguos vikingos. Tampoco merece la pena analizar esta interpretación. Hace muchos años se encontró en los Estados Unidos una roca con una inscripción rúnica: era el único ejemplo conocido de la América Pre-colombina; después de una paciente labor se comprobó que era un fraude. La interpretación anterior habría hecho suponer que los vikingos no solo habían llegado a Estados Unidos, cosa de por sí bastante difícil, sino que habían avanzado 8000 kilómetros hacia el sur.


Dejando de lado, pues, estos juegos de imaginación ¿qué puede decirse, entonces, sobre la interpretación de las pictografías?

En primer lugar, como lo estableció Gardner, las pinturas rupestres no tuvieron seguramente el carácter de un simple pasatiempo, sino un sentido bastante definido para el indígena. Hay un hecho incontrovertible: algunas de las escenas representan a todas luces, un hecho histórico, la entrada y avance de la conquista española en Córdoba. Marca un hito trascendente en la historia indígena, a la par que la vista de hombres blancos, provistos de armas relucientes, acompañados de extrañas bestias y feroces perros que los naturales contemplaban por primera vez, marcaban el comienzo de la declinación de la cultura autóctona y con ella la desaparición de los pintores indios.

De la misma manera que esa escena representa con claridad un hecho histórico conocido, puede suponerse que las otras en que aparecen grupos de guerreros enfrentados en plena lucha, también fueron acontecimientos vividos por las tribus.

Las escenas en que aparecen europeos marcan el último jalón cronológico de las pinturas rupestres: mediados del siglo XVI.


Nos queda por resolver otro problema muy importante:

¿de cuándo datan las pinturas más antiguas?

Esta pregunta aún no está contestada satisfactoriamente, y su respuesta es uno de los tantos enigmas que excitan la imaginación, el ingenio y la paciencia del arqueólogo.

Aunque no sabemos la edad de las pictografías más antiguas, algo puede adelantarse con respecto al grupo principal, también el más hermoso: las figuras de guerreros emplumados, de la típica escuela pictográfica del Cerro Colorado. Estas pictografías pueden ubicarse dentro de fechas muy probables.

En efecto, las figuras están armadas de arcos y flechas, y sabemos por otros datos proporcionados por la arqueología, que la aparición del arco en Córdoba fue relativamente tardía: entre los comienzos de la era cristiana y el siglo V. Las imágenes de los guerreros por lo tanto, no pueden ser anteriores a esa fecha.

Puede también ayudar a la cronología el hallazgo, dentro de los abrigos, y en capas estratigráficas bien estudiadas, de alfarería de la llamada civilización chaco-santiagueña, que puede ubicarse alrededor del siglo X. No es difícil que en ese lapso, más precisamente hacia el fin del mismo, pueda ubicarse el comienzo de la gran tradición de pintores rupestres que dejó este mensaje artístico y arqueológico.-